El periódico local El Almanzora, al poco del fallecimiento del Cura Valera, se refería a él en estos términos:

Así encontró su corona el sacerdote, así encontró el cariño inmenso de este pueblo, así se hizo la manifestación más grande y más solemne, al acompañar su cadáver, en donde no hubo una sola persona que no derramase abundantes lágrimas, así por último, se está dando el espectáculo más tierno y conmovedor, al visitar su cadáver, expuesto en la capilla de esta Iglesia, en la que de noche ni de día se separan un momento de su lado estos habitantes. No es extraño pues que muchísimas personas con mano trémula, hayan guardado, como reliquias, piadosos hurtos, hechos al cadáver, o hayan al menos tocado en él objetos diferentes.

En la conciencia de todos los que han conocido al virtuoso y nunca bien llorado cura Don Salvador Valera, está indeleblemente gravado que ocupa ya un señalado puesto entre los santos: todos lo creemos sin excepción alguna: así lo dicen las preciadas reliquias que algunos hemos adquirido y que ya venerarlos con íntima y profunda convicción: así lo pregonan las manifestaciones de aquellos días y el grito unánime de un pueblo.¡Oh! tenemos la confianza y seguridad, que las generaciones venideras, ratificada la santidad de nuestro cura por los llamados en la tierra á ello, lo adorarán libremente en los altares. Tengamos fe y esperanza en Dios, que si en vida nos prestó consuelos y nos fortaleció en nuestras penas y aflicciones, desde la mansión de los justos, donde ya se encuentra, rogará á Dios por todos y muy especialmente por su querido y amadísimo pueblo.